En las últimas décadas, la exposición ante radiaciones de altas y bajas frecuencias a aumentado exponencialmente debido a la modernización de nuestra sociedad. Vivimos en un entorno de continuas radiaciones que no cesa en ningún momento sobre todo en el ámbito urbano.
Además de la radiación magnética de la propia tierra, estamos expuestos a las radiaciones electromagnéticas, a radiaciones solares, radiaciones ionizantes (rayos gamma, rayos x, radioactividad, etc.), radiaciones nucleares, etc.
La abundancia de artefactos eléctricos y aparatos electrónicos, así como los medios de transmisión de electricidad y radiofrecuencias, han hecho de nuestra civilización tecnológica un pandemónium de campos electromagnéticos de todo tipo. Los continuos avances tecnológicos hacen que la incidencia de este tipo de contaminación vaya en aumento.La tecnología genera campos electromagnéticos en todas las frecuencias e intensidades. Después de largas polémicas, investigaciones realizadas en todo el mundo han demostrado que las alteraciones biológicas debidas a la acción de campos electromagnéticos artificiales intensos, tanto de alta frecuencia (antenas de radio, TV, microondas, radar, etc.) como de baja frecuencia (líneas de alta tensión, pantallas de televisores y computadoras, transformadores, etc.) pueden producir cambios en la temperatura corporal, desequilibrio en los electrolitos de la sangre, dolor muscular en las articulaciones, dificultad en la percepción de los colores, fatiga, inapetencia, disfunciones en el sistema nervioso central, estrés, disminución de la cantidad de plaquetas en la sangre, etc..Los campos electromagnéticos débiles como los generados por una instalación eléctrica de 220 V y 50 Hz, pueden provocar tensión nerviosa y alterar el equilibrio de grasas y colesterol en la sangre, aumentar la producción de cortisona y subir la presión sanguínea, lo que puede desembocar en trastornos cardiacos, renales, gastrointestinales, nerviosos y otros.Las radiaciones electromagnéticas de baja intensidad que emiten los aparatos eléctricos, así como los provenientes de una mala instalación eléctrica en viviendas o lugares de trabajo, pueden tener una incidencia desfavorable en el desarrollo de cáncer, afectar las funciones reproductoras, provocar alergias y depresiones.
Sabemos entonces que radiaciones relativamente pequeñas pueden alterar nuestro sistema endocrino y debilitar nuestro sistema inmunológico sobre todo si estamos expuesto a éstos mientras dormimos. Los síntomas/patologías relacionadas con este tipo de contaminación pueden ser:
-Trastornos neurológicos como por ejemplo; nerviosismo, dolores de cabeza, trastornos del sueño, déficit de concentración, depresión, trastornos sensitivos, caída de pelo, Síndrome de fatiga crónica, Alzheimer, epilepsia, entre otros.
-Trastornos inmunológicos que se pueden representar en multitud de formas, como frecuentes procesos gripales, procesos alérgicos, tumores, leucemia, etc.
-Trastornos metabólicos
-Trastornos cardiovasculares; arritmias, presión arterial alterada, acidificación de la sangre....
-Trastornos neurológicos como por ejemplo; nerviosismo, dolores de cabeza, trastornos del sueño, déficit de concentración, depresión, trastornos sensitivos, caída de pelo, Síndrome de fatiga crónica, Alzheimer, epilepsia, entre otros.
-Trastornos inmunológicos que se pueden representar en multitud de formas, como frecuentes procesos gripales, procesos alérgicos, tumores, leucemia, etc.
-Trastornos metabólicos
-Trastornos cardiovasculares; arritmias, presión arterial alterada, acidificación de la sangre....
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